A través de la revista ¡WEGO!, nos ha llegado esta desconcertante noticia que transcribimos íntegramente:
Esta mañana nos levantamos con la mala noticia de que anoche, el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sevilla decidía cerrar indefinidamente la Sala Malandar. El motivo, incumplir una normativa que ordena a los organizadores de conciertos a limitar el sonido de la música a 92 decibelios. Anoche, el concierto que se celebraba en la sala tuvo que terminar unos minutos antes por la presencia de la Policía Local y un técnico de Medio Ambiente. Los funcionarios se presentaron en el local tras la denuncia de una vecina que, según nos cuentan, ya no reside en el piso que se ubica detrás de la sala puesto que lo tiene alquilado. La sala tiene instalado un limitador de sonido que funciona durante las horas en las que se pincha música. Pero es muy difícil limitar el sonido de un grupo en directo, cuando sólo un golpe de batería puede pasar los 90 decibelios. De hecho en una orquesta sinfónica (por poner un ejemplo) la tercera parte del cuerpo del sonido proviene sólo del bombo.
La reacción en la red tras el anuncio de la Malandar a través de su propio Facebook no se ha hecho esperar. Abundan sobre todo los comentarios de apoyo a los trabajadores de la sala y la sorpresa de muchos ya que, al igual que otros locales de la ciudad, son muy escrupulosos con el descanso de los vecinos. También hay muchas críticas que achacan el cierre al nuevo equipo de gobierno, aunque la normativa es anterior a la llegada de Zoido a la alcaldía.
Al conocer la noticia nos hemos puesto en contacto con David, encargado de la sala y organizador de los conciertos. Nuestra primera pregunta ha sido si su relación con los vecinos de la zona era normal o si antes les habían presentado quejas. “El dueño del edificio vive justo encima de nosotros y está encantado, la sala está muy bien insonorizada y él nunca se ha quejado”, dice David. Más de una vez al ir a cubrir un concierto, no sabes si este ha comenzado hasta que pasas la segunda puerta de la Malandar.
¿Bueno y esto de los decibelios qué es?
La normativa que ha incumplido la sala establece que los espectáculos en directo no pueden sobrepasar los 92 decibelios. Un asunto muy difícil ya que una sola trompeta sin amplificar llega a los 96 decibelios. Un solo golpe de tambor puede pasar los 94 decibelios con facilidad. De hecho, con una aplicación para el móvil hemos medido varias fuentes de sonido. El portátil con el que se está haciendo este artículo puede llegar a los 90 decibelios si ponemos al máximo su volumen y está a una distancia de unos 70 centímetros de los oídos. La televisión, medida desde el sofá del salón a unos tres metros y con un volumen medio llega los 77 decibelios. Entonces, ¿cómo es posible que un concierto de música, de cualquier tipo de música, pueda desarrollarse por debajo de esta cifra?
De momento no se sabe nada más acerca de la situación de Malandar hasta que su dueño se reúna con los responsables de Medio Ambiente el próximo lunes. La sala, que este verano recibió el premio de la Unión Fonográfica Independiente como la Mejor Sala de Conciertos del país, recibe ahora un premio amargo y no merecido.
Esperamos y deseamos una buena solución a este asunto. Ya que, además de ser un foco de la cultura musical de la ciudad, de la Malandar dependen hasta 20 personas que trabajan directa o indirectamente en ella. Sin contar los grupos que usan su escenario como modo de dar a conocer su música. Sevilla es una ciudad que depende del turismo y el sector servicios y el Ayuntamiento debe encontrar una forma de conciliar el descanso de los vecinos con el motor económico que forman los bares y salas de conciertos de la ciudad. Podemos vivir todos en esta ciudad sin tener que cerrar sitios que dan empleo y ofrecen una salida de ocio y cultura para todos los habitantes de Sevilla.
Fuente.- Revista ¡wego! y www. treintayunacancíones.com