sábado, 19 de abril de 2008

Asalto nº 24.- Aullidos


Aquela inmediatamente comenzó a aullar como si le fuera la vida en ello y, a continuación, el resto de los lobos entendió el mensaje e imitaron su acto. Estando en las entrañas del baobad el aullido de aquellas fieras sonaba más fuerte y exagerado, identico a miles de lobos aullando sin descanso entre un aullido y otro.
El gigante parecía haber visto a un fantasma al escuchar esos sonidos que le adentraban en el tímpano y no le daban opción a recuperarse de tan molesto clamor. Se movía de un lado a otro sin detenerse y ese movimiento hacía que el interior del baobad se tambaleara y no les diera ninguna estabilidad, estaban atrapados en una abismo oscuro, desconocido y sin salida alguna. Aquello parecía derrumbarse de un momento a otro, pero por otro lado entendían que no podían cesar de aullar, de lo contrario, el gigante sería capaz de hacerle daño al Sr. Vig, y Aquela no estaba dispuesto a correr ese riesgo. Por fin el gigante se sentó, estaba famélico, desfallecido. Parecía que algo malo le ocurría porque había parado de moverse y no emitía ningún sonido. Notaron como el suelo de aquel extraño habitáculo vibró al caer el tan voluminoso ser y fue entonces cuando todos quedaron en silencio.
En ese momento la estrella hizo acto de presencia y se iluminó ante nuestros amigos para mostrarles la escena. El gigante quedó tumbado en el suelo con una sustancia mocosa que caía de su boca, había debido ser un golpe de suerte que no duraría mucho tiempo y tenían que ser rápidos y cautos a su vez para no despertar a aquella bestia…

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