viernes, 30 de noviembre de 2007

Asalto nº 22: El reto de la manada





El baobab le decía a Aquela que les proporcionaría agua a todos. Tendría que entrar en el mismísimo tronco del árbol, pero esto no sería gratuito. A cambio le proporcionarían seguridad a los árboles, en aquel bosque eso era imprescindible.
Los baobabs eran asaltados por unos gigantes que consumían éstos árboles como leña para sus hogares. A su vez, los gigantes, tenían una extraña repulsión hacia los lobos, era algo fuera de lo normal. Cuando veían uno de estos animales, se quedaban absortos y no tenían más remedio que huir, les producían una dolorosa ceguera que les dañaba y les penetraba casi hasta el cerebro. Por tanto, tendrían que pagar la humilde pero tan necesitada ración de agua con dos de sus fieles compañeros.
En el interior del baobab podrían además degustar el sabroso elixir de sus raíces que, además de tener muchos valores energéticos, les ayudaría a continuar con su marcha. No tenían otra opción, por tanto, no tuvieron más remedio que acceder a ello. La cuestión era decidir qué lobos de la manada estaban dispuestos a sacrificarse permaneciendo en aquel bosque perdido sin saber cuando regresarían sus compañeros. Aquela debería acompañar al vigilante, era su protector. Así que se reunió con la manada dejando desconcertado al señor Vig.
Finalmente escogieron a los lobos mas adultos de la manada, ya que los jóvenes tenían más fuerzas para poder seguir caminando y defender a nuestros protagonistas. Permanecerían junto al baobab Platén y Bala, los demás continuarían con su destino, pero antes, el baobab les abrió sus entrañas por las que todos penetraron.

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